Creatividad y ‘smart schools’
En las cada vez más numerosas smart schools el aprendizaje creativo es imprescindible.
Smart schools
Hay teléfonos, ciudades, casas, autos, televisiones y escuelas smart, lo que quiere decir que la robotización de las personas y sus entornos por la inteligencia artificial es imparable.
Más aún: hay una creciente valoración de la “creatividad” aplicada a las áreas que la automatización no ha alcanzado. Hasta donde sabemos, aún no existe una máquina que produzca sinfonías, idee una escultura surrealista o proponga una implementación tecnológica contra el cáncer.
Salvo en las crecientes smart schools, que generalmente se valen de dispositivos interconectados y de autoaprendizaje, en la mayoría de las escuelas no hay una asignación tal como Aprendizaje Creativo.
Lo creativo, por sí mismo, es un término algo abstracto. Aunque es necesario en muchos ámbitos, se lo apropiaron artistas, diseñadores y el mundo del hardware. Pero bien visto, los llamados creativos, en verdad son recreativos.
Los smartphones son el último estadio de la evolución del primer ábaco que fabricaron nuestros antecesores en los albores de la civilización. Picasso realizó algunos de sus cuadros imitando los trazos infantiles de las pinturas rupestres y Shakespeare solo recreó viejas leyendas medievales de reyes y fantasmas.
Vía recreativa
Además, en un ámbito donde las noticias se vuelven virales y las redes sociales, una cámara de ecos, la creatividad o el genio son equivalentes a tener una atalaya propia desde donde ver el mismo espectáculo que todos ven, pero apreciando otro aspecto.
Finalmente, lo creativo, recreativo o ingenioso no son solamente una dádiva de la fortuna; se cultivan a través del estudio de tal modo que, cuando escuchamos a alguien decir “se me prendió el foco”, en verdad está diciendo: “recordé algo, es momento de fusionarlo con esto otro”. Curioso que recrear se relacione con deleitarse.
Juan Carlos Cruz │